viernes, 27 de marzo de 2009

Mendoza Colt. M. Salvador / Armando


El Tebeo Infantil y Juvenil 

 La oferta del tebeo infantil y juvenil en nuestro país, es escasa si la comparamos a la de otros entretenimientos que ocupan las horas de ocio de los más pequeños.

 La competencia que presentan otros medios es importante y por eso se ha de argumentar el esfuerzo para que los niños experimenten la satisfacción y el gusto que representa la lectura de un tebeo, la fantasía y la magia que pueden encontrar en sus historias, como en su día pudimos experimentar todos cuantos, hoy, peinamos canas,  y para que cuando sean mayores, los tebeos continúen formando parte de sus lecturas.

 El tebeo no es el único medio artístico que cuenta con una minoría de público, eso ya lo sé. Ni es el único que no tiene soporte institucional, pero eso no quita que sea lamentable que el tebeo viva tan aislado.

 Tengo la sensación que editores, autores, tiendas y distribuidores no se comunican suficiente. En ocasiones estos últimos ni tan solo ponen la más mínima facilidad para que una obra determinada llegue  al publico nada más por el hecho, por ejemplo, que sea una reedición de tebeos publicados en el franquismo, sin tener en cuenta la calidad de la obra. Supongo que sufrimos el síndrome de inferioridad respecto a esos tebeos.

 Hace años que se escriben teorías sobre el tebeo clásico que no tienen nada que  ver  con  la realidad, entendido  que  algunos aprovechan  sus plataformas en los medios para denostar aquellos tebeos.

 El cómic, la narrativa gráfica, la viñeta, la historieta o el noveno arte, todo sirve para definir el tebeo posbélico que levanta tanta polémica por la fuerte atracción que aún ejerce sobre partidarios y detractores. Un tebeo que contaba con grandes autores y lo más importante, que la aparición de nuevos autores que se fueron abriendo camino en el mercado, era una constante.

 De esta ingente producción de tebeos aparecieron algunas series buenas, otras regulares y muchas malas, pero se diga lo que se diga, también existían los que optaban por escoger que, con y como leer, sin aceptar ningún tipo de alineamiento.

 En el estado español siempre hemos contado con buenos autores, más dibujantes que guionistas, pero hubo que aceptar la realidad, es decir, el poder de la televisión y la nula visión comercial de los editores de la Meca del tebeo, Cataluña  y  Valencia  que  acabaron con nuestro  tebeo clásico. Con el derrumbe de la Editorial Valenciana, Maga y finalmente del Gigante Bruguera, una gran mayoría de dibujantes tuvo que trabajar exclusivamente para otros mercados donde el cómic se vendía y pagaba mejor: el ingles, el francés, el norteamericano e italiano, condenados a hacer de profetas externos.

 Volviendo al tebeo infantil y juvenil, no cabe duda que las publicaciones infantiles ilustradas representaron el más considerable factor cultural y artístico en el estado español. Solo el concepto arcaico de la cultura hace posible que exista aún, de hecho, una indiferencia absoluta a la pérdida y destrucción de estas fuentes históricas.

 Obviamente, la obra impresa de esos años, seguirá con nosotros porque siempre quedaran personas inteligentes que las conservaran para las nuevas generaciones de lectores. En este sentido hay que recordar la labor que vienen realizando algunas publicaciones, que en algunos casos equivale a 20 años de esfuerzo, para que los aficionados profundicen en el pasado de su historieta, trabajos que merecen calificarse de heroicos.

 En las décadas que van de los 40 a los 60 se publicaban en este país una serie de tebeos infantiles y juveniles, que al releerlos pueden observarse varios aspectos: 

-La cantidad de formas y asuntos que en aquel momento se usaban.

-Una voluntad narrativa decididamente popular

-La aparición de algunos de los dibujantes más interesantes de la de la historieta autóctona.


 Son tantos y tantos los motivos para el estudio de esa historieta, que su enumeración y explicación requerirían un espacio del que no disponemos, dado la malinterpretación de sus intenciones y que ha dado lugar a las más variopintas disquisiciones, llegándose, con algunas de ellas, a rayar la autentica insensatez.

 Sea como fuere, el carácter popular de la historieta la ha condenado, en nuestro país, al más cruel y obtuso de los ostracismos. Tampoco se trata de ninguna novedad, ya que a pesar de que siempre existió una importante demanda de tebeo popular, debido a ciertas maniobras poco afortunadas de nuestras editoriales, se ha visto suplantado por producciones foráneas.

 Casi de modo imperceptible en el tiempo, pero acompañados de una enorme avalancha de acontecimientos, han transcurrido ya más de 60 años desde la aparición en el mercado de aquellas publicaciones que con su desaparición, se llevaron, también, los años de nuestra infancia y adolescencia. Pero no todo va a ser hoy pesimismo, queremos ser positivos y mostrarnos esperanzados, aunque ligeramente, de la labor que vienen desarrollando ese pequeño grupo de aficionados, que mantendrán viva la llama de aquellos tebeos de antaño.

Mendoza Colt
Dibujo: M. Salvador / Armando
Guión: González C.
Editorial Rollan - 120 números 17x24 

 El lejano Oeste, con sus millares de habitantes junto al siglo XIX, con sus ranchos y sus villorrios, gozó de una enorme popularidad, tanto cinematográficamente como literariamente en las décadas 40/60, y ¡cómo no!, encontró también  su expresión gráfica en la mayoría de autores del cómic español.

 Mendoza Colt responde al arquetipo de personaje que nos mostraban las novelas de Marcial Lafuente Estefanía, Fidel Prado, Silver Kane etc. Uno de esos héroes que se ven inmersos en un mundo de cuatreros y facinerosos, donde luchan y disparan porque así lo hacen los demás, porque la ley del revólver es una orden para ellos. 

 Se trata, pues, de un héroe de raíz popular, «Justiciero» como buen americano del Norte, a pesar de sus residencias españolas y que el inicio de su andadura este motivado por la venganza. Lo que el lector demandaba eran peleas en los «saloons» y muchos tiros.  Por eso el cómic de Mendoza Colt está plagado de CLIC, de PUM, de BANG!   BANG!   BANG!   Que atraviesan centelleantes las viñetas entre ráfagas de pólvora.

 Lo anteriormente expuesto puede hacernos pensar que los guiones de este  cómic son blandos, carentes de impacto, en el que sólo abundan los tiros y puñetazos, considerados como inocuos por la censura de todos los países,  nada mas lejos de la realidad, los guiones de Mendoza Colt, en su mayoría son más que correctos,  con el añadido del dibujo de Martín Salvador que valoran el texto.  Esto último lo consigue por medio de la mágica ambientación de la historia. Y quizá lo más destacable de esta  ambientación descansa en la caracterización de los personajes secundarios a los que viste con  una destacada personalidad.

 Dibuja M. Salvador de forma ágil y efectista, con unos dibujos de indiscutible calidad intrínseca, todo su trabajo presentan esa cualidad, demostrándonos ser narrador nato, ameno y perfectamente capacitado para la realización de historias del Oeste. No deja de ser chocante el comparar la cantidad de tinta vertida en elogios para algunos dibujantes menos dotados, frente al silencio que se ha mantenido sobre este autor.

 Cuando Martín Salvador abandona la serie, se hace cargo de la misma Armando, quien tuvo que bregar con lo que parecía iba a convertirse en su maldición particular, la de ser el segundón de una serie ya iniciada (véase Jeque Blanco)

 Poco a poco las aventuras de Mendoza Colt  y su inseparable Rabietas se limitan a un episodio  completo, lo que limitan su acción y desarrollo, y es aquí donde Armando confirma todo cuanto ya nos había apuntado en Jeque Blanco, su modélica puesta en imagines y composición, destacando muy especialmente en su dominio del caballo así como de la ambientación. Armando ha sido, sin duda alguna, uno de los dibujantes españoles que mejor ha dibujado el caballo, sus caballos son armoniosos y emanan movimiento, movimiento que muy pocos autores han podido igualar.

 Aunque ciertamente los esquemas son sencillos y constantes dentro de un territorio que sube hasta Alaska y desciende hasta México, las aventuras de Mendoza Colt son aventuras al aire libre, de llanuras y montañas, de pequeños poblados con una sola calle, donde Mendoza se enfrentará con el forajido, nos atrevemos a afirmar que Mendoza Colt es uno de los mejores Westerns que ha dado el cómic español a lo largo de su historia, con un excelente ritmo narrativo y un gran sentido de la composición  y páginas de gran belleza plástica y dibujo elegante (tanto por parte de M. Salvador como de Armando), con una buena inventiva a lo largo del relato en parajes y localizaciones.

              

Un buen tebeo western

 Las editoriales madrileñas tuvieron menos presencia que las Valencianas o Barcelonesas, pero aún así podemos destacar a Rollán con sus Aventuras del F.B.I., Jeque Blanco, Mendoza Colt… Ésta última, para mí, uno de los mejores tebeos del tema western publicados en nuestro país.

 La construcción y desarrollo del guión es preciso; montaje y ritmo se subordinan a la fluidez narrativa. El dibujo de M. Salvador resulta vehículo ideal para sus fines. El guión, como ya he dicho, es atractivo, ingenioso, con pinceladas de humor a cargo de Rabietas.

 M. Salvador se nos muestra como un excelente narrador visual, su trazo ágil y bello describe a la perfección las escenas de acción, destacando al mismo tiempo su capacidad para enmarcar la acción en un escenario concreto, sobre todo si este es un escenario natural. Es bien sabido que el 
paisaje del Western es una de las principales características de este género. Los dibujos de M.  Salvador, están completamente al servicio del guión, prescindiéndose de baldíos efectismos en aras del proceso narrativo.

 El Mendoza Colt dibujado por M. Salvador, se trata de una buena historia, resuelta con soltura y con la elegancia que constituyó seña de identidad del autor.

 
 Todo lo expuesto con anterioridad puede hacernos creer que el Mendoza Colt dibujado por Armando, resulta inferior al de M. Salvador, nada más lejos de la realidad. Armando fue un historietista con una especial  capacidad  narrativa.  Gráficamente, su concepción de la viñeta es muy dinámica, recreando como pocos la potencialidad del movimiento, especialmente la del caballo. Pocos autores como Armando para el dibujo del Caballo.

 El dibujo de Armando fue evolucionando número a número hacia un detallismo casi naturalista, muy adecuado para la descripción de paisajes y atmósferas. En definitiva cualquier análisis confirma la originalidad y la importancia de estos dos artistas en la historia de la historieta Española.

 Pese a que en la actualidad el western no es un género de éxito ni en el cine ni en las historietas, las aventuras de Mendoza Colt mantienen bien alto el pabellón del cómic del Oeste  en la historieta autóctona. El éxito de esta serie se debe a la calidad de los guiones y un dibujo descriptivo y meticuloso.

 Todo ello y la atrayente portada de Mendoza Colt (1955) con el dibujo de esta arma presidiéndola, hacen que alcance los 120 números.

 Exportadas a Argentina y otros países latinoamericanos dicen de la calidad de las ediciones y la internacionalidad de los temas tratados.

 Si hubiera que elaborar un árbol genealógico de la historieta española de posguerra, sin duda encontraríamos a Mendoza Colt en un lugar privilegiado.

Manuel López.

Para saber más cosas contamos con: Bravolta. 

1 comentario:

oenlao dijo...

buen nombre. interesaantes dibujos. las de cowboys siempre fueron divertidas. una de las imagenes parece de la pelicula rio sin retorno, Mitchun-marilyn. aca tambien se denosta las htas coincidenes con la dictadura. es un tema con muchas variables, pero hay algunas tienen su valor.

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