Con el comienzo del año sacamos del armario uno de esos libros que teníamos comprado hace unos meses y que esperamos no nos deje indiferentes, pues nuestra pasión por Jesús Sánchez Adalid ya es pública y notoria.
Acabamos de iniciar su lectura, hace de esto ya un par de días, es la más reciente producción y lleva por título: "Los milagros del vino" y está editado por Planeta.
La acción nos lleva a Corinto y a una Grecia decadente, bajo el dominio del imperio romano, nuestro protagonista Podalirio que había consagrado toda su vida al culto del dios Asclepio, cada vez verá más tambalete su fe en los dioses, ya no encuentra sentido a los antiguos mitos, creencias y rituales. Observa en primera persona el sufrimiento, la enfermedad y la muerte, se verá incapaz de llenar su vacío existencial hasta que un día escuchará un relato que cambiará su vida, un mensaje de confianza en el futuro, con lo que se ve impelido a iniciar su propio y definitivo viaje.
Los milagros del vino recrea un mundo clásico en franca decadencia en el que las nuevas ideas religiosas y del pensamiento llevarán a occidente a una nueva y profunda transformación.
Entre otras citas me viene a la mente esta que tanto escuché en los campamentos de verano:
—¿Vino nuevo y vino viejo no deben convivir en la misma estancia? —preguntó Podalirio.
—No es nada conveniente. Porque el uno puede resabiarse por la proximidad del otro. De la misma manera que nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque revientan los odres y se echan a perder el vino y los odres.
—¿Por qué razón revientan?
—Porque el vino, al entrar en los odres, estira el cuero y, al fermentarse, lo hincha. Por eso reza el dicho: «Odres nuevos para vino nuevo»; ya que el odre viejo ha perdido la elasticidad; es decir, está mas rígido y se rompe si intenta contener el vino nuevo. En cambio, es apto para el vino viejo, que ya no respira ni fermenta.
Igual merece la pena leerse cosas como esta antes de tomar entre nuestras manos una obra tan especial como me está resultando esta:
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