sábado, 5 de septiembre de 2009

Rey Furia. J. Grau y F. Amorós

Título: Rey Furia
Edita: Editorial Valenciana
Año edición: 1961 - 27 números
Dibujos : J. Grau
Guión : F. Amorós

El dibujante:

José Grau Hernández, Valencia 19 de Octubre de 1914

A los 18 años empezó a colaborar en la Editorial Guerri con diversos episodios para la revista K.K.O. y en una de las clásicas colecciones de cuadernillos apaisados "El As de Exploradores".

La Guerra Civil le lleva al exilio, campos de concentración y el regreso a la triste España de posguerra. Y es en Valencia, su tierra natal, comienza de nuevo su quehacer historietístico en la Editorial Valenciana, iniciando una larga colaboración que alternaría con trabajos para otras editoriales.

Apenas unas líneas, (podríamos decir que casi ocultas), en algunos periódicos nos informaron del fallecimiento de J. Grau, uno de aquellos esforzados dibujantes que nos hicieron soñar, uno de aquellos dibujantes que supieron crearnos un mundo mágico que nos llenó de imágenes tantas y tantas tardes, que nos hicieron soñar semana tras semana, durante los años de nuestra infancia.

En 1998, se nos fue uno de los mejores autores con los que ha contado el mundo de la historieta española, recorrer las páginas, los textos y los dibujos de los tebeos de J. Grau, es encontrarse sumergido en una vorágine de recuerdos de infancia.

J. Grau es uno de los más interesantes realizadores de la historieta autóctona llamada clásica y, paradójicamente, también uno de los más olvidados. Las historietas de Grau, siempre originales, ostentan un toque de distinción que las destaca sobre la más adocenada producción de la época.

Es hora de una vindicación en toda regla de su obra. Su gran dominio de la figura en movimiento le acreditan como uno de los grandes dibujantes de la posguerra española. Es de esos dibujantes que cada dibujo suyo enlaza sabiamente con la viñeta que le antecede haciendo ganar a la historieta unos cuantos enteros. Rey Furia es uno de los más claros exponentes de su talento como historietista.

El guionista:

Federico Amorós Martín, Valencia 11 de Septiembre de 1914

Poseedor de una fértil imaginación y de una notable inventiva, le convierten por derecho propio en una de los más destacados guionistas de la historieta española de todos los tiempos.

Tras un año en un Campo de Concentración, finalizada nuestra guerra civil, no le fue fácil su reintegro a la vida en libertad. En su primer guión (1946), "King El Pequeño Policía" (Editorial Valenciana) ya contó con la colaboración de José Grau, con el que coincidiría en más de una ocasión: Capitán Látigo (1948), Tigris El Africano(1949), Juan León (1953), y en 1961 la serie que nos ocupa "Rey Furia".

La carrera de Amorós está jalonada de series, que hoy son verdaderos hitos de la historieta realizada en nuestro país. Al él le debemos tebeos como: El Jinete Fantasma, Mascarita, El Enmascarado de Bagdad, Juan León, Milton el Corsario, Sebastián Vargas (El Renegado), As de Espadas, Terciopelo Negro, El Hijo de la Jungla, Yuki el Temerario, El Capitán Hispania, por citar unas pocas, amen de un sin fin de guiones para la mítica serie "Roberto Alcázar y Pedrín".

En su libro "La novela de aventuras", Tadié ha manifestado que la aventura se entiende como "la incursión del azar o del destino en la vida cotidiana" (p. 7) de modo que de un momento a otro la muerte se torna peligrosamente probable, hasta que en el desenlace el héroe triunfa sobre la muerte o la muerte triunfa sobre el héroe. Aparte de esta nota fundamental, una narración de aventuras debe cumplir otros requisitos pero, para efectos de estas líneas, quisiéramos detenerme únicamente en el señalado. Si aplicamos esta norma a Rey Furia ¿qué obtenemos?.

Parece como si muchos acontecimientos hubieran de difuminarse en la historia para poder brotar luego en la historieta. Eso es lo que descubrimos, por ejemplo, en muchas de las historias épicas medievales. Cuando el final de las luchas feudales entre reinos dejaron un día sin papel a aquellos forzados y heroicos guerreros, éstos encontraron el sentido de su existencia en los libros de caballería, poblando historias fantásticas y desmesuradas con las que divertir a refinados cortesanos que ya no guerreaban. Las aventuras en torno al rey Arturo y sus caballeros de la Tabla Redonda, o las de nuestro Amadís de Gaula (1), se volvían reflejos de una época gloriosa ya pasada que hacía las delicias de unos lectores cultos y refinados, casi nostálgicos de sus glorias antepasadas.

Los libros de caballerías y textos afines (crónicas medievales, romances y relatos cortos caballerescos), parecen convertirse en modelo para F. Amoros en su Rey Furia.


El Tebeo

Hoy 41 años, después de su primera edición, hemos tenido el placer de disfrutar nuevamente de su lectura. Lectura en la que los lectores más atentos podrán descubrir cierta analogía con El Príncipe Pablo.

J. Grau nos cuenta la historia con un grafismo clásico, emparentado con el de la Escuela Valenciana, con un montaje de página donde prima la dinámica de la misma.

Su capacidad gráfica es, indudablemente, el elemento que ha vendido la obra. Ojear los cuadernos supone encontrarse con constantes escenas de acción, realizadas con brío, en la que la historia avanza con la misma rapidez que las imágenes, (que como era habitual en los tebeos de la época, son una continuada sucesión de golpizas y batacazos), ambas van al unísono.

Al internarse en una lectura detallada de Rey Furia, lo primero que resalta es la preocupación del dibujante por la movilidad de los personajes, la representación gráfica de la vertiginosa acción argumental. La primacía del dinamismo de las figuras sobre el detalle da al dibujo de Grau una singular eficacia.

En el mundo de los tebeos postbélicos encontramos grandes historietistas, cuya aportación a la historieta española sigue siendo original y valiosa. Quizás en parte debido a que no surge por complejos planteamientos teóricos, sino de forma más intuitiva, J. Grau no es una excepción. En definitiva, encon-tramos en Rey Furia algunas de las cosas por las que vale la pena ser aficionado a la historieta postbélica, por otro lado, cons-tantes en la obra de J. Grau, que son fuerza gráfica y calidad narrativa, consagradas ambas a la culminación de la aventura.

En el imaginativo guión de Rey Furia, en el que la presencia de elementos fantásticos tales como monstruos, brujos, nubes de humo voladoras, genios, una espada mágica “La Invencible", Atila, Rey de los Hunos, etc., aportan una cierta innovación dentro del panorama del cuaderno de aventuras en España.

Rey Furia es también un compendio de las pautas que imperaban en los tebeos de esos años, impregnados de cierto romanticismo, traiciones y raptos, cargado de situaciones violentas, proporcionándonos ingredientes suficientes como para mantener un interés creciente. Los personajes están bien construidos, pese a ser puros arquetipos mezcla de cuento de Hadas y de Fantasía Heroica, Rey Furia merecía un mayor reconocimiento por parte del aficionado, desgraciadamente este tipo de publicación ya estaba en un período de franca decadencia.

Cuando se ha venido siguiendo una serie semana tras semana y esta finaliza, es natural que como lectores nos dediquemos a repasarla, a buscarle sus virtudes y sus defectos, en definitiva, las razones por las que nos ha provocado una sensación de fascinación o rechazo. En el caso de Rey Furia este ejercicio resulta algo más complicado de lo que puede parecer a simple vista tras la lectura de las aventuras de Rey Furia, debemos reconocer que, más allá de cualidades y limitaciones, de los evidentes e inevitables altibajos que toda obra puede presentar, esta colección ha corroborado lo escrito, no obstante existen una serie de detalles, que convierten a Rey Furia en una historieta valida aunque insatisfactoria, insatisfactoria ya que casi sin darnos cuenta, llegamos al final de la colección y nos quedamos sin saber qué será de la hermosa Armea, hija del tirano Fazan, cuyo reino está a punto de ser invadido por las hordas de Atila, al que guía el traidor Ivan, asimismo nos preguntamos que será de Derland, favorita de Atila y a quien odia con todas sus fuerzas. Queda también, perdida en el mar, la Invencible, la espada mágica de Kyria el Héroe, sin la cual no puede ser rey, al igual que no nos es aclarado lo del Dios convertido en el pájaro Kiki y así algunos interrogantes más.


Es indudable que la realidad social imperante en la época de la creación de Rey Furia, en la que tebeo apaisado dejaba de ser el dueño absoluto del mercado, (como consecuencia del acceso a otras formas ocio), incidió en su apresurada cancelación, frustrando así todas las expectativas que se habían ido creando durante el transcurso de la serie. Fuera por la razón que fuera, que ahora no viene al caso, resulta inevitable el sentir cierta tristeza al pensar como en nuestro país, acabamos con la tradición de nuestro tebeo popular

En resumen, relato que en su conjunto, y a pesar de que la resolución final del guión, que como ya hemos dicho, no es muy convincente por lo apresurado, merece estas líneas y su lectura recomendada.

M. López


(1) Célebre novela caballeresca de autor desconocido. Aunque algunos estudiosos mantienen que su autor es portugués, fue Garci Rodríguez de Montalvo, corregidor de Medina del Campo, quien dio a conocer este relato a finales del siglo XV. Este escritor no hizo otra cosa que dar al público una versión propia del Amadis (cuyos originales no han sido hallados por nadie hasta la fecha) y nunca pretendió pasar por el verdadero autor de la novela).


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1 comentario:

oenlao dijo...

muy lindos antiguos dibujos

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