"...- Estupida vanidad humana también la de los hombres más humildes; él, el pastor Viriatus, había enviado un mensaje al todopoderoso Senado de Roma, y Roma se rendía ante él y le ofrecía un trato, aceptando todas sus condiciones... Se sintió libertador, y grande, ¡pobre loco! ¡Yo os digo que era un pobre loco y sólo como pobre loco será recordado en la historia! ¿Quién se atreverá a glorificar a ese perdedor? ¡No serán los germanos! Yo os digo, ¡pobre loco!Porque no hubo ni habrá ya un Liberator Hispaniae... ningún historiador romano hablará así de esos pueblos... Y escuchad el resto del cuento: ¡Roma volvió! Roma siempre vuelve. Roma vuelve con más soldados. Y en aquella ocasión volvieron cuatro legiones contra Viriatus. Roma encargó en secreto la muerte del insurrecto, del amigo del Senado, a unos traidores que jamás cobraron su soldada... El pastor rebelde fue vencido y crucificado, y en lugar de taerle el cargo honorífico del Senado, el de <<"Amigo del pueblo de Roma">>
Página 70. "La batalla del destino".
Arthur Balder. Inedita, novela histórica.
Barcelona. 2007.
El autor comete algún que otro error con Viriato y su final, pero... la reflexión no deja de poner los pelos como "scarpias".
No hay comentarios:
Publicar un comentario