lunes, 2 de marzo de 2009

El Duque Negro. Visto por Manuel López.

Memorias de mi infancia.

"La censura y el medievo"

El 1 de abril de 1939, Radio Nacional de España, radió para todos los españoles el parte del cuartel general de Burgos que anunciaba el final de la Guerra Civil Española.

"Sobre España una alada victoria
Va planeando un vuelo final.
No es la acéfala estatua de Grecia
Que en las rocas varada está;
No es aquella que allá en Samotracia
Alas tuvo y no pudo pensar.
Es la nueva victoria de Cristo.
Cruz y espada, piadosa y tenaz,
Que rejunta, rehace y renueva
De savias antiguas la España Imperial"

Estos versos componen el Himno de la Victoria radiado por Felipe Sassone en Radio Nacional de España el 8 de agosto de 1939. Sin embargo estas estrofas son algo más que un poema, son la plasmación de la vergonzosa y vergonzante realidad de manipulación, censura, propaganda y adoctrinamiento a la que estuvimos sometidos durante los treinta y seis años de dictadura.

1940/1949 Una década de hambre y de reconstrucción

Al empezar los años cuarenta, Barcelona despertaba poco a poco de la pesadilla de la guerra, que había dejado en sus calles y en la piel de sus habitantes unas marcas indelebles. La represión se mantuvo con la máxima intensidad durante toda la década, con los fusilamientos diarios en el Campo de la Bota que duraron hasta el Congreso Eucarístico de 1952. El hambre de los últimos tiempos de la guerra se prolongó durante toda la década.

Las ganas de sobrevivir

Manuel Vázquez Montalbán, en el libro Barcelona, se refiere a la ciudad de los años cuarenta como una mezcla de dolor, miedo y ganas de evadirse de la realidad. "La ciudad sobrevivía y pretendía no escuchar los disparos de los pelotones de fusilamiento, no percatarse de las colas en la puerta de prisión Modelo ni de la destrucción sistemática de su identidad". Se quería olvidar la pesadilla que se había llevado a familiares y amigos, se quería recuperar la dignidad perdida. Las ganas de sobrevivir se imponían a cualquier otra consideración. Se trataban de encontrar un espacio donde olvidar.

La censura tamizó las informaciones

Para el régimen la imagen de una España unida y armónica fue una cuestión prioritaria. Se maquillaron los detalles macabros de la vida cotidiana, se eliminó lo soez y las alusiones a lo sexual y no solo en la prensa, sino también en la literatura, la historieta o el cine, donde el NODO era de proyección obligada.

Ideología franquista

El continuo falseamiento de una realidad desangrada por las secuelas de la guerra, tuvo gran incidencia en la enseñanza que se impartía en las escuelas. La Historia fue el arma política del gobierno. La enseñanza de la Historia de España durante el franquismo, tanto en la Escuela primaria como en el Bachillerato refleja esta afirmación. Los maestros debían ceñirse al programa y puntos valorativos establecidos por el Ministerio de Educación Nacional. Así mismo, los manuales de historia y enciclopedias utilizadas por estos, mostraban la interpretación oficial dada por el franquismo, que venía avalada por su condición de textos revisados por la censura.

Estos libros de texto, en palabras de Rafael Valls eran "vehículos de socialización del alumnado, esto es, de transmisión de valores sociales y de la normativa imperante en tal momento histórico, que fueron utilizados como un elemento importante de adoctrinamiento ideológico por parte del Estado". Enseñar historia se convirtió, por lo tanto, en un instrumento de combate, cuyas armas eran la religión católica, la raza y el Imperio, todos ellos, conceptos inmersos en la genuina cultura de la España de postguerra.

A través de la asignatura de "Historia" se intentaba introducir en la población juvenil una serie de cuestiones, fundamentales, para lograr la aceptación de la situación existente: ¿Qué es ser español?, ¿Por qué el franquismo?, importancia de la tradición histórica, etc.. Según Eladio García Martínez, una de las consecuencias de la guerra "fue el antihistoricismo, la negación de la Historia y con ella la influencia del pasado en el presente".

"A nuestra Patria estuvo reservado el destino más glorioso de todos: descubrir el Nuevo Mundo y hacerle participe de nuestra cristiana civilización"

Basado en principios psicológicos, se establecieron ciclos en la enseñanza de la Historia, de modo que en los primero o primeros grados predominará el estudio de los albores de la humanidad hasta el medievo:

LOS REYES CATOLICOS.- Selección de los hechos más sobresalientes.-
Conquista de Granada.- Incorporación de Navarra a Castilla: Unidad Nacional.
El descubrimiento de América.- Biografía viva de Cristóbal Colón:
España no le fue ingrata y los reyes le concedieron cuanto pidió.
Biografía de Cisneros.- Estampas apropiadas.- Ideas claras y sencilla del Imperio Español."

La fascinación que los niños sentíamos por los relatos de aventuras, nos hacia sugestiva la enseñanza de la historia medieval, que además de formarnos (sic), apuntalaba nuestra fantasía y la avivaba. Quizá ello explica la proliferación de colecciones de tebeos de tema medieval en nuestra posguerra: El Guerrero del Antifaz, El Capitán Trueno, Sangre en Bizancio, El Caballero de las 3 cruces, Flecha Negra, El Rey del Mar, El Paladín Audaz, Terciopelo negro, El Cruzado Negro, por ejemplo. Una de las muchas colecciones sobre el tema fue:


El Duque Negro
Ficha técnica
Editorial Maga - 1957
42 cuadernillos
Dibujo: J. Ortíz (del 1 al 10)
Manuel Gago (del 11 al 42)
Guión: P. Quesada

Protagonista:
Raimundo de Santa Fe, el Duque Negro (Asturiano)

Época:
Hacia el año 800

Personajes históricos:
Alfonso II el Casto (759-842), rey de Asturias (791-842)
Carlomagno (742-814), rey de los Francos (768-814)

Alfonso II fue nombrado rey de Asturias tras la muerte de Silo gracias a la mediación de Adosinda, la reina viuda. Sin embargo, la juventud del monarca motivó que un grupo de nobles encabezado por Mauregato se hiciera con el poder, refugiándose el joven Alfonso en tierras alavesas. A la muerte de Vermudo I regresaba de nuevo Alfonso a escena, ahora con 32 años y mayor experiencia, haciéndose definitivamente con el trono.

Efectúa incursiones por tierras musulmanas y sufre en sus Estados las de las fuerzas de éstos, que en los años 794 y 795 entran en Oviedo.

Trata, sin éxito, de sellar una alianza con Carlomagno. En el 813 se descubre, cerca de Iría Flavia (Padrón), el presunto sepulcro del apóstol Santiago el Mayor, sobre el que Alfonso hace construir una iglesia, alrededor de la cual crece la capital religiosa del reino de León y lugar de peregrinación; la actual Santiago de Compostela.

El sobrenombre de "El Casto" vendría motivado por su renuncia a las mujeres, falleciendo sin descendencia.

Este es el marco histórico donde se desarrollan las aventuras de nuestro héroe: Raimundo de Santa Fe, el Duque Negro: "El más gallardo y desdichado de los paladines".

Breve Sinopsis

Raimundo duque de Santa Fe, ha sido criado por su tío el Rey en la creencia de que es huérfano, estando su padre enterrado en vida en la mazmorra de un solitario torreón por orden del mismo rey.

Raimundo tras una serie de aventuras en la que conoceremos a Zulema, descubre la verdad, enamorándose de la hija del carcelero de su progenitor. Raimundo libera a su padre que es pronto asesinado por orden del Rey, debatiéndose, desde este momento, nuestro héroe entre el deseo de venganza y la lealtad a la figura del Rey. Accidentalmente mata al padre de su amada Laura.


A medida que avanza la colección, las desgracias se acumulan sobre Raimundo, calumniado por su amada, traicionado por su rey y por si fuera poco contrae la lepra. Todo ello aderezado con enfrentamientos con wikingos. Temibles forajidos y piratas: Los Normandos, que procedían de los actuales países escandinavos. Eran grandes degolladores y violentos incendiarios. Las gentes de nuestros litorales y riberas fluviales reconocían con facilidad sus barcos, porque solían tener altas proas y popas. Las primeras iban decoradas con cabezas de dragón (drakkars) y de serpientes (snekkars).

Estos piratas, que solían llamarse asimismo "wikingos", se hacían
anunciar con caracolas. Esas inconfundibles bocinas llenaban de ecos las riberas marítimas y fluviales, empujando a las aterrorizadas gentes hacia el interior.

También intervendrán, en sus aventuras, los mongoles, en suma: abordajes, peleas contra el moro, desafíos en torneos, nobles traicioneros, etc.

Finalmente el premio a tanta desventura viene del cielo: el espectro del padre de Laura se aparece a ésta bendiciendo sus esponsales con Raimundo, ahora curado de la lepra gracias a un milagro que acontece al culminar su peregrinación por Tierra Santa.

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José Ortíz y El Duque Negro

José Ortíz no cambia en El Duque Negro su estilo, ese estilo deudor de lo que se ha denominado escuela Valenciana, pero lo mejora ostensiblemente, mostrando un gran dominio de la puesta en escena e incorporando al ambiente una iluminación especial de la que carecían otras obras suyas, a lo que debemos añadir un excelente pulso narrativo que en ningún momento se pierde.

Si bien no puede decirse con propiedad que los diez números dibujados por Ortíz, sean una obra maestra, las imágenes que destilan son lo suficientemente atractivas y poderosas como para que retengan toda nuestra atención

Ya habíamos disfrutado antes con lo que José Ortíz podía ofrecernos, es uno de los artistas más conocidos y admirados de nuestro tiempo, tanto en España como internacionalmente. El conjunto de su obra avala la figura de este autor que ha sabido crear un estilo propio e inconfundible.

Manuel Gago y El Duque Negro

En la monumental obra de Gago encontramos series afortunadas y
otras de corte más irregular, aún así, unas más que interesantes
series de lectura muy recomendable. Son unos tebeos próximos a nosotros pero con peculiaridades diferenciadora del tebeo actual. Gago fue un autor que conocía perfectamente los entresijos del mundillo del tebeo.

El dibujo de Gago en El Duque Negro es simple y directo, y sus dibujos pueden parecer bocetos en algunas ocasiones. Y aún así, su dibujo es sumamente narrativo, vigoroso y dotado de una destacada sensación de movimiento. En resumen un dibujo vivo y enormemente ágil.

Indudablemente, Manuel Gago merece figurar entre los mejores historietistas españoles de todos los tiempos. La afirmación no está solo basada en el placer que muchos encontramos en nuestra adolescencia en los tebeos de Gago.

Con su manera de crear personajes vivaces y vitales, nos proporcionó un mundo de fantasía que hizo se nos olvidaran las precarias condiciones en que nos movíamos. Sumele a todo esto acción rápida, agilidad descriptiva y narrativa y conden-sación en los acontecimientos.

Todos lo hemos disfrutado, todos los pertenecientes a esa generación que aprendió a leer con sus tebeos, embebidos en las imágenes de sus mágicas páginas.

Ya desde sus primeros trabajos, Manuel Gago se destacó como uno de los autores más interesantes de aquel colectivo de autores que surgieron en nuestra posguerra, con un estilo marcadamente personal.

El Guionista: Pedro Quesada

Pedro Quesada nos ofrece de nuevo un personaje trágico y atormentado en un apasionante relato, en el que mezcla con su pericia característica el detalle histórico y los tópicos más desquiciados de la narrativa decimonónica para construir un cóctel de acción de ritmo vertiginoso. El Duque Negro es una serie que muestra a un autor maduro y en pleno dominio de sus facultades narrativas; uno de los mejores logros de un guionista apasionante.

El nombre de Pedro Quesada está asociado a nuestros tebeos de toda la vida, a ese arte que es la historieta y que en nuestro país no se asocia a la cultura, siendo como es una de las manifestaciones plástica y narrativas más importantes del siglo veinte. Fueron tantas y tanta historias… y lo que era mucho más importante, de muy diversas temáticas.


En resumen

Frecuentemente se ha atacado a los tebeos en el franquismo basándose en elementos externos a estos: se pueden condenar por razones políticas, sociales o bien, y en el caso más general: por tener demasiado éxito, y ello, en ocasiones, sin haberse tomado el trabajo de leerlos y ver sus méritos o desméritos. Sin tener en cuenta las condiciones en que debían realizar su trabajo y.. lo más importante, que en aquellos duros años los tebeos nos invitaban a un viaje. Un viaje entre la imaginación y la realidad, entre la fantasía y la historia, y donde sobre todo había mucha magia. Tebeo a tebeo me fueron mostrando un mundo distinto al que conocía hasta ese momento, pero no por nuevo me era extraño. Tebeo a tebeo fueron abriendo para mí puertas de moradas donde habitaban dioses, princesas, castillos, reyes, tribus... Resultaban deslumbrantes y cálidas a la vez.

Tras su lectura, El Duque Negro nos deja el regusto magnífico de haber disfrutado de una historia emocionante en la que todos los recursos del tebeo están bien empleados y puestos al servicio de lo que se narra, logrando la coherencia del relato sin fatigar ni atosigar al que lee.

Manuel López.
Bitácora con monográfico al respecto y aporte personalizado: Hasieran.


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